Hoy en día, en la Argentina, pululan los barrios cerrados, basados en una única premisa: la seguridad.
Escuchaba el otro día, en una conversación, dos madres del colegio que explicaban el por qué la necesidad absoluta de haberse mudado a un «ghetto». «Antes los chicos jugábamos en las calles, nuestra madre nos gritaba «a tomar la leche!» y cada uno corría a su casa, sin problemas». Esta es la premisa fundamental. Esta posibilidad de dejar los seres queridos absolutamente libres en un espacio público. En paz.
Hasta que aparecieron los criminales, asaltantes y ladrones. Raptores, y otros predadores humanos más. Pero me pregunto yo: aparecieron?, o siempre estuvieron allí y las estadísticas no eran significativas… los medios de comunicación hoy, permiten establecer rápidamente un hecho, su culpable, y tuitearlo rápidamente para que todos se enteren.
Aparecieron, o simplemente entraron en las estadísticas públicas?. Yo, sinceramente me inclino por la segunda hipótesis. Somos más, y estamos en los medios y las redes sociales de manera instantánea.
De todos modos, esto no tiene importancia respecto de por qué NO un barrio cerrado.
Un cuento:
Erase una vez, una mujer que quiso salir a caminar un rato por la ciudad. Salió a la calle (a la de mentira, la del countrie) y se encontró, por supuesto, con su vecina de todos los días, la rubia en 4×4. Se saludaron y partió rápidamente hacia la barrera. El guardia de seguridad, por supuesto no le solicitó información, claro, la conoce…pero ella iba saliendo. La miró un poco extrañado, porque ella caminaba.Hacía mucho que no veía una mujer caminando traspasar la barrera.
Ya estaba en la calle, la de verdad. Un paisaje extraño y conocido a la vez. Pasaba por allí todos los días, más de una vez por día, sin embargo, caminarlo, le permitió ver las distancias de otra manera. Los árboles tenían una textura diferente, los eucaliptos daban ganas de acariciar la suave piel descascarándose, blanquecina, atractiva, dulce.
La brisa en la cara daba satisfacción, y permitía sentir aromas que recordaban a la niñez de juegos en la calle. En frente, en la vereda vecina, había otro barrio cerrado, pero la entrada estaba a unos doscientos metros de alló. Pocos metros despues, apenas unos pocos pasos, comenzó la gran muralla del propio barrio. EL paisaje ahora era de una perspectiva asombrosa.
Dos paredes realmente imponentes, con algunos detalles de verde, como para disimular. Un perro de esos… de la calle, en estado un poco descuidado, sin pedigree… por supuesto…pero de mirada dulce. Un autobus con algunas personas dentro, alcanbzó a reconocer a la «chica que limpia» en la casa de enfrente, y al jardinero del club house.
La perspectiva estaba dividida en dos, el atrás y el adelante, pero ambos, exageradamente remarcados por dos murallas, las murallas del disimulo. Vio venir caminando, dos hombres jóvenes. Gorrita, zapatillas de colores llamativos. Tuvo miedo, por supuesto. Esta gente no vivía en los countries, y no parecían ser jardineros. Gorras con alero demasiado grandes, tapando los rostros. Miró hacia atrás, la entrada al barrio más cercano estaba a unos trescientos metros atrás, el siguiente barrio, a unos tantos.
«Buenas tardes» dijeron ellos. Asustada, un «hola» descuidado, temeroso y balbuceante, dijo ella.
Sólo era gente caminando. Por una calle sin nombre. Entre casas sin números en las puertas. Gente que vive la ciudad, gente urbana. La misma gente que no escapa a las estadísticas. Las mismas estadísticas que incluyen a los que están dentro del «ghetto». Estadísticas que no diferencian los números cuando se habla de criminalidad, robos, asaltos y secuestros. Encerrarse dentro del barrio, es ponerse un cartel: «yo estoy adentro por algo, y vos estás afuera por lo contrario», por lo tanto, en una sociedad en donde uno es separatista, lo que genera es una violencia implícita, una violencia casi verbal.
La gente trabaja, estudia y vive, fuera de los barrios cerrados, hay que salir todos los días para las diversas actividades, por lo tanto, estamos igualmente expuestos a las estadísticas estando dentro o fuera del «ghetto». Se genera una división, se generan calles que son «NO LUGARES», son tierra de nadie… o de unos pocos. Se generan odios y envidias.
La sociedad no debe dividir. Si hicieron intentos de encontrar sociedades ideales, como el familisterio, o el falansterio… los towns que les llaman ahora. Por supuesto fracasaron rotundamente. Al igual que fracasaran los barrios cerrados y los towns, excepto algunos de mayor jerarquía en cuanto a valores del suelo de y las viviendas, ya que serán siempre independientes de cualquier problemática social.
En el momento en el que los hijos comienzan a irse de las viviendas porque son adultos, las parejas comienzan a sentir que el sitio donde están es demasiado solitario. Terminan en departamentos en los centros de las ciudades, vendiendo o alquilando las casas den los barrios cerrados. Se cansaron de pagar altísimas expensas de servicios que usaron dos veces al año… y en un departamentos con buenas vistas, en una planta catorce, tiene más seguridad que la casa con medianera de dos metros de altura.
Más de 300 barrios hay en el área Metropolitana de Mendoza!. Pero todavía hay terrenos sin ocupar en el centro de la ciudad…¿? con sectores del centro con una edificación de sólo una o dos plantas de altura, la lógica indica que hay algo en el urbanismo que está fallando. Pero no la del centro, sino la lógica de las áreas suburbanas. Donde se están eliminando fincas de vides centenarias para agregar murallas medievales disimuladas con enredaderas, y un montón de casas apretadas en terrenos de 200m2 de superficie en donde meten dos viviendas por terreno o más, sólo para que los chicos jueguen en la calle…
El Arq. César Pelli, acaba de expresarse en contra de los barrios cerrados en un artículo muy interesante (aquí), que apoya lo que desde Sinapsis estamos diciendo.
Nos tocó proyectar, para un concurso privado, una urbanización cerrada (Ghetto), al que nosotros denominamos «Viñas de Bulnes«. Las premisas obligaban, desde la municipalidad de Luján, a ceder un espacio verde de cierto porcentaje del loteo, a la ciudad. Propusimos que la cesión, fuera la calle principal, un espectacular boulevard, con lago artificial, aprovechando las aguas de riego que la finca tenía, y manteniendo las viñas de cien años de malbec. Estos espacios serían de todos modos transitables post-barreras de seguridad debido a condiciones impuestas por el propietario. Pero iamginemos que liberáramos estos espacios verdes a la ciudad. E imaginemos que se pudiera convivir con la gente de la zona. Brindo imagen del espacio a ceder:
Por supuesto que las estadísticas indican que aquí podría haber crímenes. Pero y la empresa de seguridad, no puede tener presencia en estos lugares? y generar un verdadero «LUGAR» seguro?. No sería beneficioso para la sociedad tener calles como esta, en donde el espacio verde generosamente brindado por parte de la sociedad, permite el disfrute de la gente que es «parte de una estadística», cuya violencia se ve en algún grado disminuida por la falta de «envidia» generada por los del ghetto, sólo porque brindaron un espacio a la sociedad, y en su beneficio?. No estaríamos haciendo con un granito de arena, o mejor dicho con un gran lago y un parque un mundo mejor?.
Hay formas de vivir en un lugar seguro, y encerrarnos entre muros no es la mejor. De eso, estoy seguro.
Un comentario en “Por qué NO un barrio cerrado.”